Pasajero, temporal de mi tiempo,
medidor de temperatura nocturna
haces que te odie
con todo el amor ultra-humano
haces que de tanto amarte
desee tenerte muerto en mi lecho,
para que seas mío, velarte solo mío...
Pasajero en éste viaje sin pasaje
te busco con la intención sin voluntad criminal,
mientras conspiro de que manera asesinarte
por quererte repulsivamente con el alma...
Huelo tu sangre morada, apenas tibia
como humo espinoso
tragándome de un arremetido bocado...
Veo tu corazón latiéndo fuera de tu cuerpo
mi lengua trepa sobre el aire, seca, roja,
como vapor de agua hirviéndo
chocando contra un vidrio de mundo isóterico...
Los nervios de mi cuerpo
se resurten violentos entre si
dejando un temblequeo temerario,
unos puños asustados, apretando para adentro,
un sudor frío con un nombre en la palma enredado...
Pasajero de gélido calcinante, sinnúmero de ánimo
mi siniestra premonición escudriña
la mancha evaporada de tu rastro
con un cuchillo en manos, de espejo filo y nulo acero...
Expolio tus órganos en la fuente de mi boca
asi es... cenaré tus vísceras a la luz de la luna
brindaré con la viscosidad de los jugos que te queden
tratando, mientras te ceno y bebo,
establecerle, crearle, inventarle
treinta y siete mil leguas a ese único y exiguo paso
que dicen haber, entre el amor y el odio...



